En los últimos años, la influencia de la pedagogía Montessori en España ha ido creciendo como la espuma. Cada vez son más las familias y docentes interesadas/os en esta manera de acompañar a los niños y las niñas en su desarrollo. La proliferación de escuelas en diferentes puntos del país junto a la difusión de libros, blogs, artículos en la prensa, cursos, etc. han permitido que esta pedagogía, ideada por la doctora Montessori a principios del siglo pasado, pueda llegar a miles de hogares y escuelas españolas. Desde mi punto de vista, considero este hecho como algo maravilloso y estoy segura de que, y aunque probablemente muchas y muchos puristas del método no estarán de acuerdo conmigo, si Maria Montessori pudiera verlo, no cabría en sí misma de felicidad, porque eso es exactamente lo que ella quería, que su método llegara a todos los niños y las niñas del planeta Tierra.
A lo largo de mi experiencia docente como guía Montessori me he cruzado con bastantes personas que algo habían oído, leído o visto sobre esta pedagogía. Como podrás imaginarte, siempre que vivía una de estas situaciones, automáticamente me invadía un sentimiento de profunda ilusión y esperanza en la humanidad. Sin embargo, también es verdad que en muchas de estas ocasiones, lo que conocían estas personas sobre Montessori estaba bastante lejos de la realidad. No sabían exactamente si Montessori era el nombre de una red de escuelas italianas que había en España, una serie de colegios privados muy elitistas y estrictos o centros donde los niños hacían lo que les daba la gana. El exceso de información al que estamos expuestas/os actualmente a veces tiene estas consecuencias y esta información más que informarnos, nos confunde.
Con esta saga de artículos me gustaría romper algunos de los mitos que existen en torno a la pedagogía Montessori y ofrecerte de forma clara, gráfica y resumida en qué consiste esta forma de educar a las niñas y los niños.